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≫ El oído de los caballos

Los caballos son animales muy sociables que tienen los sentidos muy desarrollados si los comparamos con los de los seres humanos, lo que les permite obtener una perspectiva del mundo mucho más amplia, haciéndolos sensibles a ruidos y movimientos que no podemos llegar a captar nosotros como jinetes.

Esta particularidad puede ser útil para alertarse ante los peligros, pero también se convierte en una fuente de problemas, ya que el caballo puede reaccionar bruscamente o asustarse por cosas que nosotros ni siquiera llegamos a percibir.

Hoy vamos a hablar del sentido del oído, que es especialmente extraordinario y un componente esencial en la vigilancia constante de su entorno. El oído y la oreja de los caballos han ido evolucionando a lo largo de su historia, para que este sea capaz de detectar el más ligero sonido que pueda avisarle de un peligro.

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Estructura del oído

Las orejas del caballo son instrumentos finamente templados diseñados para convertir los sonidos del ambiente en potenciales de acción a través del nervio auditivo. Este nervio está localizado en la base del cráneo, manda la información al cerebro para ser traducido e interpretado. Para colectar los sonidos del medio ambiente, el caballo utiliza su “pinna”, que es un cartílago del meato acústico externo y corresponde a la parte puntiaguda de la oreja. La “pinna” puede rotar para capturar sonidos de todas direcciones.

Esta habilidad es debida a que los caballos tienen 16 músculos auriculares que controlan su pinna. Los humanos, en contraste, solo tienen tres de tales músculos. Después de que el sonido es atrapado por la pinna en el oído externo lo conduce por el canal auditivo al oído medio, donde se expresa la audición (mediante la ventana coclear y la membrana timpánica). Las vibraciones son mandadas entonces a los osiculos, una serie de tres huesos pequeños llamados: martillo, yunke y estribo.

Su rango de audición es curioso, ya que pueden también escuchar sonidos entre un rango de 55 Hz y 33.5 kHz, inferiores al mínimo audible por el hombre –que él los detectará como vibraciones-, y también superiores al máximo que escuchamos. Y puede escuchar sonidos hasta 5,5 Km de distancia.

Sin embargo, escuchando sonido de altas frecuencias, su habilidad para localizar la fuente de un sonido no es muy precisa, solo pueden localizar la dirección general de un ruido, pero no su origen exacto. 

Por este motivo, no es de extrañar que cosas que no podemos oír nosotros le puedan asustar, ya que él sí puede escucharlas.  Además, se sabe que los días de viento los caballos están especialmente nerviosos, ya que además de moverse todo a su alrededor, el aire fuerte distorsiona los sonidos.

Las orejas

Nuestros equinos poseen unas orejas extremadamente móviles que pueden rotar casi 180º y en direcciones opuestas, para poder atender a dos cosas a la vez, y estar siempre al tanto de todo. Así, puede recibir sonidos desde cualquier dirección y de forma independiente, lo que supone una gran ventaja, como animal de presa que es, ya que los depredadores no suelen cazar a solas.

Pero además, las orejas pueden indicar mucho sobre su estado de ánimo. Ya apunten al frente para concentrarse en algo que ocurre delante, o con una al frente y otra hacia un lado para dividir su atención, son una ventana al exterior que actúan como signo externo de lo que pasa por la cabeza de nuestro equino. Así mismo, otras posiciones indican emociones: las orejas caídas indican que el caballo está decaído o enfermo, cuando tiene las orejas hacia los costados está relajado o cansado, y las orejas hacia atrás indican agresividad, miedo, peligro.

Cuando das cuerda a un caballo doméstico, normalmente tiene la oreja interior sin tensar y mirando hacia ti, mientras que la oreja exterior está tensa y mirando hacia delante. Esto indica que el caballo está escuchando, a la vez que se encuentra atento a lo demás. Cuando los caballos se encuentran en una manada se fijan en las orejas de sus compañeros y reaccionan en consecuencia.

Los caballos como muchos otros animales se anticipan a los terremotos o movimientos de tierra, y siempre que pueden reaccionan en consecuencia, escapando hacia un lugar seguro.

Los caballos desconfían también de la incertidumbre, por lo que algo que no pueden identificar les pondrá tensos y nerviosos, y querrán saber qué ocurre. Y estos solo son algunos ejemplos de lo mucho que podemos aprender observando a simple vista la posición de las orejas.

Con la edad, es posible que se produzca una pérdida de audición, que adicionalmente puede estar provocada por el uso de algunos antibióticos, garrapatas y por desórdenes genéticos. Normalmente, esta pérdida de la audición casi siempre afecta a las altas frecuencias, que son particularmente útiles en la localización de los sonidos. Por este motivo, debemos estar atentos a cualquier anomalía que notemos en su comportamiento, para tratar de solucionar cuanto antes el problema, incluyendo cualquier herida o tumefacción externa que podamos observar en sus orejas.

Así que la próxima vez que tu caballo se alerte por cualquier cosa que tú no veas ni oigas, ten en cuenta todas estas cosas, porque sus oídos y sus orejas son una herramienta de comunicación indispensable.

Esperamos que os haya gustado nuestro post, y ya sabéis que estamos como siempre a vuestra disposición en nuestra tienda de Collado Villalba (Madrid), en Facebook y en el email: deraza@tiendahipicaderaza.es 

¡De Raza galopa contigo!

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