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≫ El caballo árabe

El Árabe, es el caballo de raza pura más antigua del mundo, y su sangre corre con fuerza en la gran mayoría de las razas modernas de caballo y pony, incluyendo el Pura Sangre Inglés.

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Es un caballo de una belleza extraordinaria, lleno de calidad, vigor, elegancia, dignidad y de un poder refinado. Una obra de arte equina.

Su cabeza exquisita y su porte de cola en alto son características de la raza. Sin estas características distintivas, sin tipo, se pierde su identidad. El tipo y la conformación son imprescindibles, uno solo no es suficiente y si además tiene carisma, mejor. Esta presencia o carisma, es un rasgo distintivo de los caballos Árabes de élite.

El carácter del Árabe es apacible, amable y cariñoso aunque también fogoso, y es muy inteligente. Esto puede ser debido, en parte, a su larga convivencia con el hombre, en tiempos de guerra y paz. Los sementales han de estar llenos de vigor y fuego, pero al mismo tiempo, ser dóciles y nobles.

La raza también tiene fama por su valor, su fuerte constitución y su gran resistencia.

La fuerza y el poder de un Árabe tienen un buen ejemplo en Maidan, nacido en Nejd –una región de la península arábiga- en1869 y vendido a la India. No solo ganó carreras con 2 años, sino que 20 años más tarde aún seguía ganando carreras de Steeple, y a lo largo de su vida, había participado en campañas en la India y en Afganistan, con su jinete de 120 kg, el Teniente Coronel Brownlow, con el que también hizo la famosa marcha de 480 km desde Kabul.

Desarrollo y Selección

El desarrollo del tipo, temperamento y demás características son el resultado de la selección natural, tan importante en un mundo tan hostil como el desierto, donde solo sobrevivían los más fuertes y sanos. En la actualidad este ya no es un factor relevante.

La selección mediante el “inbreeding” o consanguinidad, y “line-breeding” o cruces siguiendo una línea de familia, ayudan a conservar ciertas características deseadas, al reducir las variaciones en el tipo. Sin embargo, demasiada consanguinidad puede afectar a la fertilidad, o producir unos efectos negativos, por lo que es esencial el “out-cross” o cruce con líneas distintas.

La pureza de la raza entre los Beduinos, se conseguía gracias a su aislamiento en el desierto. Las redadas a otras tribus (Gazus), les daba la oportunidad de conseguir yeguas renombradas y así renovar sangre. Además, algunas tribus con yeguas muy buenas, estaban dispuestas a recorrer largas distancias, para cubrirlas con un gran semental de otra tribu.

Sin duda, algunas líneas se complementaban -posiblemente a causa de una relación armoniosa natural de sus características-, aunque el “amor” o la atracción mutua podría tener alguna influencia (hay veces que una yegua se deja cubrir por un semental en concreto pero no muestra ningún interés por otro).

Los criadores y las líneas

La mayor contribución al desarrollo de esta raza, ha sido y es la selección basada en los ideales del criador. Esto ha dado paso a las líneas de familias, a través de la línea materna según las costumbres de los Beduinos. Parece ser que todas las líneas tenían su origen en el Keheilet Ajuz. Por ejemplo, las Saglawieh reciben su nombre de una yegua vieja, (`awdah) que daba coces (sagla). De esta forma, una descendiente de esta yegua, que se llamaba Dalmaz y pertenecía a Ibn Jedran, pasó a ser una Saglawieh Jedranieh. Dos yeguas alazanas (shakrâ), hijas de Dalmaz, fueron compradas por Mansour Ibn Sudan y se convirtieron en las Saglawieh Jedranieh de Ibn Sudan o las Saglawieh Sudanieh.

Los cruces dentro de una misma línea (in-breeding o de consanguinidad), se hacía en muy raras ocasiones. Sin duda, en el pasado, algunas yeguas o líneas transmitían muchas características a sus hijos, osea, eran transmisoras o raceadoras. De la misma forma, algunos sementales también eran transmisores. Aún hoy se pueden ver parecidos de “familia”, aunque ya no se puede relacionar una capa o un tipo específico con una línea determinada, porque la selección continúa y se desarrollan líneas nuevas.

Variación en el tipo

Aunque el tipo es esencial y la definición de “tipo” debe seguir unas normas establecidas, puede significar ”all things to all men”, osea, cualquier cosa a cualquier persona, por lo tanto, es inevitable que hayan variaciones dentro del tipo. Sin embargo, estas variaciones deben estar dentro del amplio concepto de lo que constituye “el ideal”.

Es posible que las contribuciones al desarrollo de la raza por la selección, expliquen por qué los caballos de hoy proceden de una base genética muy reducida. No sabemos realmente qué relación había entre los caballos originales, pero seguramente era una relación muy estrecha, porque cada línea procedía de una yegua, propiedad de una familia. 

Según la leyenda, todos los caballos Árabes descendían, a través de las Benat - el - Awaj (Hijas de la Torcida), a la yegua de Baz. Este último, Baz, era el hijo del biznieto de Noé, descendiente de Adán y Eva, y por lo tanto, uno de nuestros propios y legendarios antepasados.

Al analizar el tipo y la conformación, hay que tener en cuenta el sexo, la edad y el estado físico del animal. Un semental tiene que parecer masculino, y una yegua, femenina. Los foals y los potros cambian mucho al crecer, y a los caballos viejos se les puede perdonar los cambios normales, propios de su avanzada edad.

Los Árabes tienen un desarrollo más lento que el de otras razas como el PSI, pero su longevidad es reconocida y pueden seguir criando, incluso habiendo pasado de los veinte años.

Una yegua con rastra a punto de parir, cambiará de aspecto según su estado de salud, al igual que un semental también cambiará de aspecto si está en régimen de trabajo o carreras. 

Obviamente un caballo sano, tendrá mejor aspecto que uno que no lo sea, sin embargo un caballo demasiado “sano” (lease “gordo”), aunque es verdad que disimulará algunos defectos, exagerará otros.

Características del Caballo Árabe

La cabeza muy refinada y con la estructura ósea muy destacada, es una de las características más distintivas del caballo Árabe.

En vista lateral, tiene forma de cuña, el carrillo ancho y la mandíbula reduciendo hacia un hocico fino, que cabe en la palma de la mano. La posición del ojo es relativamente más baja que en otras razas y el ojo es de un color marrón muy oscuro. No se considera un defecto que se vea blanco alrededor del ojo, igual que en el ojo humano.

Los ollares, cuando el animal está en reposo, tienen una orientación en paralelo con el perfil de la cara y pueden ser muy expresivos. Los huesos maxilares son grandes y bien definidos, con bastante espacio entre uno y otro (debe caber un puño cerrado entre ellos),  dejando sitio a la garganta. Las ramas de la mandíbula inferior son rectas y no convexas, y se juntan en un bien marcado surco de la barbilla.

El labio inferior es estrecho y algunas yeguas lo pueden llevar suelto, incluso colgando cuando están relajadas, pero si algo les llama la atención o están excitadas, lo aprietan contra los dientes. La boca es larga y con una expresión amable. Cierta concavidad en el perfil, por debajo de los ojos, es deseable pero de ninguna manera, imprescindible.

La frente puede ser plana o ligeramente convexa (jibhá)

En vista frontal, la cabeza parece tener la frente ancha, los ojos bien separados y prominentes, los huesos del maxilar muy definidos y el hocico pequeño. Los ollares, sin embargo son grandes con un borde fino y una ligera curva hacia arriba. Son muy flexibles con una gran capacidad de dilatación. Las orejas están relativamente juntas, de líneas muy delicadas y expresivas, y a menudo con las puntas curvadas hacia adentro. Las yeguas pueden tener las orejas algo más grandes que los sementales.

Una característica del Árabe, que lo distingue de las otras razas, es su porte de cola elevado, arqueando desde los cuartos traseros, o llevado en vertical como una bandera, sobre todo si el caballo está en movimiento o excitado. Si está muy excitado, el Árabe puede doblar la cola sobre su grupa. No es un defecto que el caballo lleve la cola desplazada ligeramente hacia un lado.

Las manos son más redondeadas y abiertas, los pies mas ovalados, ambos con una superficie lisa, que parece pulida. El casco es muy duro y el ángulo del casco, parecido al de la cuartilla, aproximadamente de unos 45°, aunque los posteriores suelen tener algo menos inclinación que las anteriores.

El pelo es muy fino y sedoso, - tan fino que se pueden ver las venas y las marcas en la piel, a través de él-. Hay muy poco pelo alrededor de los ojos y en el hocico, lo que les da el aspecto de llevar maquillaje (kohl). La piel es muy refinada con un tacto aterciopelado y de color negro muy oscuro, menos en las zonas en las que hay marcas blancas naturales, donde la piel es rosada. La finura de la piel es tal que se ven los vasos sanguíneos a través de ella. La crin y la cola son finas y sedosas, no excesivamente pobladas y de una longitud natural.

Las extremidades y las cernejas tienen poco pelo

Muchos Árabes presentan una pequeña hendidura en la tabla del cuello, que se conoce como la huella del Profeta.

No hay límite de alzada. Los Árabes suelen medir entre 1’48 m y 1’58 m a la cruz, aunque pueden ser más grandes o más pequeños. Sin embargo, cuando se da demasiada importancia al aumento de la alzada, se suele perder en calidad y en tipo.

El movimiento es libre, expresivo y equilibrado de forma natural, así que el caballo se mueve con ligereza y facilidad sobre el terreno. No debe ser un movimiento tieso, sin apenas levantar los pies del suelo, sino que debe haber una buena flexión en todas las articulaciones. Las extremidades anteriores han de moverse libremente, sin restricciones, ni en la espalda ni en la rodilla, dando un paso largo, generado en la parte alta de la espalda. Los corvejones se meten muy por debajo del caballo, dándole gran impulsión y elasticidad. Las huellas de los pies deben sobrepasar las huellas dejadas por las manos.

Todo esto, junto con la colocación alta de la cabeza y el tercio anterior, deja el centro de gravedad desplazado más hacia atrás de lo que se ve normalmente en otras razas. El movimiento está tan lleno de armonía, que el caballo parece estar flotando en el aire y bailando.

Visto por delante, el movimiento es totalmente derecho. Visto desde atrás, el caballo Árabe puede cerrar un poco los corvejones al moverlos hacia adelante, especialmente en aires en extensión. Esto es debido a la necesidad de que la babilla pase por fuera de esas costillas tan curvadas, sobre todo si el caballo mete bien las posteriores, como debe hacer. Otras líneas familiares se abren de corvejones, en vez de cerrarse. Ambas son formas alternativas de superar una necesidad anatómica.

Cuando está en movimiento, el caballo lleva la cabeza y la cola en alto

El orgullo y la alegría son características distintivas del caballo Árabe, y se ven perfectamente cuando está en movimiento. Es entonces cuando se pueden ver su mejor perfil, su gran actividad, el cuello arqueado, la cola en alto y sus ollares dilatados. También es verdad que en estos momentos algunos defectos se ven con más claridad.

Cuando se juzga un caballo, la primera impresión se suele basar en el tipo, el movimiento y el estilo. Esto después se complementa con una observación más minuciosa de la cabeza, el cuello, la espalda y la cruz, el dorso y el cuerpo, la grupa y la cola, las extremidades y los cascos, la capa, el pelo y la piel y finalmente con la observación detallada del movimiento.

Sin duda, una raza espectacular, ¿no os parece? Ya sabéis que si queréis hacernos cualquier consulta, estamos a vuestra disposición en nuestra tienda de Collado Villalba (Madrid), en Facebook https://www.facebook.com/deraza.tiendahipica y en el email: deraza@tiendahipicaderaza.es 

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